Este lunes y martes se rinde la Prueba de Selección Universitaria, instrumento que desde diversos sectores cuestionan como segregador y clasista. Organizaciones de estudiantes secundarios advierten que se manifestarán en contra de la realización de las pruebas.
No son pocos quienes la consideran como un termómetro que refleja las inequidades del sistema educativo. Un reflejo de las injusticias y discriminaciones que abundan entre los estudiantes escolares y secundarios. El filtro que nos recuerda cada fin de año las agudas diferencias que existen entre colegios privados y escuelas y liceos públicos.
Sin embargo, la Prueba de Selección Universitaria (PSU), que se aplica desde 2003 en reemplazo de la Prueba de Aptitud Académica, será nuevamente el centro de atención de los 297.437 inscritos, quienes este lunes y martes rendirán las pruebas en los 659 locales habilitados, que además considera 70 centros penitenciarios.
Desde el ámbito estudiantil ya avisaron que se manifestarán en contra de la realización de las pruebas, tal como lo han advertido desde la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces) y de la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones). A ellos se suma el Movimiento No + PSU. Las críticas se resumen en que se trata de una “prueba que atormenta hace años la vida de los jóvenes chilenos”, agregando que “lo que hace es aportar dinero a las arcas de los preuniversitarios (…) y funcionar como aparato colador de quienes no pudieron acceder a pagar una educación de calidad”.
Desde el Consejo de Rectores no dudan en que el proceso debe completarse en las fechas ya definidas, tal como lo plantea su vicepresidente ejecutivo, Aldo Valle, quien de paso ha destacado que están “conscientes de la necesidad de introducir modificaciones al sistema, para lo cual se trabaja en un rediseño de las pruebas”.
Mientras que, para el Colegio de Profesores, si bien ya no hay tiempo para postergar la rendición de las pruebas, su presidente, Mario Aguilar, asegura que se trata de una medición “segregadora y clasista”.
En ese contexto, hay quienes afirman que lo que se cuestiona a través de la PSU es el sistema educativo en general, el que finalmente termina reproduciendo la desigualdad social estructural, tal como lo explica el académico Marcelo Pérez, del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
“Realmente el filtro no existe, ya que la PSU es un pretexto que corrobora una desigualdad estructural que se ve reflejada, justamente, mediante un sistema educativo que además refuerza esa desigualdad”, detalla el académico, añadiendo que “la PSU es casi un absurdo y una modalidad que viene a corroborar una selección ya preestablecida en el sistema educacional”.
El también investigador del Observatorio Chileno de Políticas Educativas (Opech), recuerda la necesidad de considerar las reformas educativas y cambios curriculares generados en los últimos años, que deberían reflejarse en instrumentos de selección en línea con un sistema educativo que entrega y forma en habilidades, destrezas, valores, actitudes y contenidos para una educación terciaria.
En ese sentido, para la Premio Nacional de Educación 2019, María Victoria Peralta, académica de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Central, es lamentable que se tenga que llegar a instancias críticas para que el tema de la PSU se instale nuevamente entre las preocupaciones del país. Como parte de sus propuestas, advierte sobre la posibilidad de contar con distintas formas de ingreso a la educación superior.
“Deberíamos pensar en un sistema mixto, de alcance nacional, con distintas alternativas para distintas realidades”, explica la académica, aludiendo a diversos grupos especiales, como deportistas, necesidades educativas especiales, extranjeros, así como jóvenes de sectores municipalizados y que necesitan mayor apoyo. “Sin duda que deberíamos apuntar hacia una prueba de aptitudes académicas y no de objetivos de contenidos curriculares”, asevera.
Según el Demre, la PSU es “una prueba estandarizada, de selección múltiple y respuesta cerrada, que no incorpora la medición de dimensiones curriculares vinculadas a la emisión de opiniones, fundamentación de una posición propia, trabajo en terreno, informes escritos, debates ni exposiciones”.
Preuniversitarios y rankings
Otros de los aspectos que se vincula directamente con el proceso de rendición de la PSU, y que también suele recibir diversas críticas, es lo que ocurre con la existencia de intereses y el amplio mercado que representan los preuniversitarios. Todo un mundo que para el académico Marcelo Pérez conlleva una serie de vinculaciones, y que no aportan al sistema educacional.
“Los preuniversitarios realizan un sistema de entrenamiento para la PSU, donde existe todo un universo de profesores que gira en torno a estas preparaciones”, recuerda el experto. Asimismo, alude a un sistema de rankings que se configuran a partir de los puntajes, “que entregan cierto estatus y prestigio, lo que de algún modo está asociado a niveles de excelencia de la educación, así como al mercado de los colegios en su competencia por los estudiantes, y cómo se van posicionando en el tema de los rankings”.
Pero no sólo eso. Surge también la urgencia de rediseñar el sistema de acceso a la educación superior de manera general, y no sólo a través de iniciativas propias de las distintas instituciones, muchas de ellas con gran éxito. Así lo afirma la académica María Victoria Peralta, cuestionando que “no puede ser que alguien tenga que además pagar un preuniversitario para poder ejercitarse y recibir los contenidos que no recibió en el liceo o en el colegio. Claramente existe un conjunto de entidades comerciales que viven de eso”.
Y agrega: “Ese es un reflejo más de la situación en la que se encuentra nuestra educación. Por eso, tenemos que aprovechar esta instancia de reconstruir un nuevo Chile y refundar una educación distinta, desde la educación parvularia hasta la educación superior”.
Cabe recordar que, tal como lo define el Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (Demre), organismo a cargo de este proceso, la PSU es “una prueba estandarizada, de selección múltiple y respuesta cerrada, que no incorpora la medición de dimensiones curriculares vinculadas a la emisión de opiniones, fundamentación de una posición propia, trabajo en terreno, informes escritos, debates ni exposiciones”. Al menos por ahora, distintos aspectos que sólo tienen cabida en estudios y discusiones.
En este contexto, se desarrollará su última versión. Según la Ley de Educación Superior, este año se conocerán las modificaciones para el proceso de admisión 2021, considerando que el sistema funcionará con una plataforma electrónica única. Además, administrada ahora por la futura Subsecretaría de Educación Superior.