En el mes de junio de 2018, el Programa en Educación de Diálogo Interamericano publica el documento “El futuro de la educación en América Latina y el Caribe. Posibilidades de inversión y compromisos para Estados Unidos” . La publicación propone las líneas que la Agencia de Cooperación Estadounidense -USAID podría seguir en la región durante la administración Trump, tomando en cuenta que USAID es el mayor donante bilateral para la educación en la región (el Banco Mundial y el BID son considerados donantes multilaterales).
Como lo explica el documento, estas líneas las propone considerando las oportunidades que pueden traer al gobierno, a la ciudadanía y a las empresas de EEUU (p. 44), especialmente aquellas oportunidades que coincidan con otros programas de gobierno y que puedan potenciar a actores no gubernamentales de EEUU.
De acuerdo con la publicación, la inversión de USAID en la región ha estado orientada hacia mejorar las capacidades de lectura, promover los programas para la capacitación de la mano de obra y mejorar el acceso a la educación en países afectados por crisis y conflictos y en la atención a jóvenes fuera del sistema educativo (p. 44).
El portafolio de los proyectos más recientes se desarrollan en países vinculados a la política de seguridad nacional de EEUU (p. 39), lo que explicaría la fuerte presencia de USAID en América Central y más recientemente, en Colombia.
El documento explica que entre las principales tendencias de cooperación de USAID, está:
• la práctica de entregar fondos a organizaciones o firmas estadounidenses localizadas en los países para que administren los fondos o los proyectos;
• la práctica de integrar a sus funcionarios en los ministerios de educación;
• la práctica de trabajar directamente con comunidades locales y en menor medida con el nivel institucional (p. 45).
Actualmente, USAID desarrolla proyectos en educación en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Perú, Bolivia y varios países del Caribe anglófono. En algunos de estos países, el financiamiento de USAID es casi el doble del que coloca el Banco Mundial y solamente tres veces menor al que aporta el BID.
De acuerdo con la publicación, las áreas de potencial colaboración a futuro incluyen la formación docente, las reformas institucionales, la enseñanza del inglés, el uso de las TIC´s en ambientes educativos, la educación preescolar y el desarrollo infantil temprano (p. 40).
Principalmente el documento sugiere que se enfoquen las inversiones en programas educativo para el desarrollo de habilidades, educación técnica y vocacional y la formación para el empleo. Como estrategia se plantea que USAID se alíe con otras fuentes de financiamiento y que a la vez, busque formas para disminuir el costo por cada individuo en el programa (p. 48).
USAID considera que los países de la región ya han identificado la necesidad de fortalecer la formación para el empleo y de alinear del currículo con las demandas del mercado laboral (p. 49).
Tal como ya lo ha estudiado el Observatorio Latinoamericano de Políticas Educativas (OLPE de la IEAL), el documento identifica al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y al Banco Mundial como los principales financiadores de las reformas educativas en la región. Durante el periodo 2014-2016, el BID entregó US$ 1 000 millones de dólares a los países de la región y el Banco Mundial US$ 864 millones. Los focos de atención de esta cooperación han variado: mientras que en el año 2007 se dirigían sólo el 3% de fondos a preescolar y sólo el 14% a secundaria, en el año 2016, los proyectos dirigidos al nivel de preescolar recibían el 16% de los fondos y aquellos dirigidos al nivel de secundaria, el 25% (p. 37).
Para ese mismo periodo del 2014 al 2016, USAID entregaría US$ 70 millones de dólares a diferentes proyectos educativos en la región. En el año 2007 la cooperación de la agencia estadounidenses habían sido de US$ 51 millones de dólares y en el año 2010 de US$ 86.3 millones de dólares (p. 33).
En total, desde el año 2006, USAID ha entregado alrededor de US$ 850 millones de dólares en proyectos dirigidos a la mejora de la educación en América Latina y el Caribe y que en este periodo alrededor de 70 000 (setenta mil) voluntarios de los Cuerpos de Paz han colaborado con procesos educativos para el “crecimiento del capital humano” (p. 8).
El documento plantea que, a fin de tener una inversión de mayor impacto, USAID debería enfocarse en un área “menos atendida por diferentes actores” como es el desarrollo de la fuerza de trabajo (“workforce”) y de habilidades (“skills development”).
El documento plantea la necesidad de que en América Latina se mejoren las habilidades para el trabajo. Por un lado, las empresas de EEUU que buscan “hacer negocios” en la región requieren contar con la mano de obra calificada. Por otro, EEUU necesita que haya una clase media fuerte para que pueda consumir los bienes y servicios estadounidenses (p. 8).
En ese sentido, las principales preocupaciones se centran en el hecho de que la juventud no cuenta con las herramientas para responder a las necesidades del mercado de trabajo del siglo XXI (p. 21). Coincidentemente con publicaciones del BID y de la OCDE, el documento plantea que las y los estudiantes deben adquirir las habilidades básicas, las cognitivas superiores y las emocionales que se alinean con las habilidades exigidas a la fuerza de trabajo, a fin de lograr un ingreso exitoso al mercado laboral (p. 7).
El discurso sobre las habilidades emocionales o no cognitivas está cada vez más presente en las agendas educativas de la cooperación y los organismos financieros. Lo que se observa es una tendencia a reformas curriculares enfocadas en sustituir contenidos académicos, artísticos y deportivos por contenidos relacionados con “habilidades blandas”.
Tras revisar estadísticas sobre desempeño y niveles de graduación en primaria y secundaria en la región, el documento subraya la poca mano de obra disponible para las áreas STEM (Ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés), áreas que producirían mayores puestos de trabajo. Mientras que en Francia, Alemania y China se gradúa 1 persona de ingeniera por cada 2300 y 2000 habitantes respectivamente, en Brasil o Chile lo hace 1 de cada 6000 y 1 de cada 4500, respectivamente (p. 21).
Se plantea que las políticas educativas en la región pueden analizarse en tres niveles: la capacidad de establecer política a largo plazo con visión estratégica (planes nacionales de educación) con claros indicadores de logro, la existencia de un sistema de monitoreo y evaluación del aprendizaje y como tercer nivel, la responsabilidad estatal en el financiamiento y la transparencia (p. 24).
El grupo Diálogo vincula la visión estratégica de la política educativa al hecho de que esta sea diseñada desde una mirada técnica (“technical expertise”), “despolitizada” y que no dependa de las administraciones de cada gobierno (p. 24). Además, indica que la “presión ciudadana” (P. 25) puede ayudar a que los países hagan mejoras en el área educativas.
Esto puede constituir una falacia, pues ninguna política pública se puede pensar sin que medie un modelo de sociedad y una noción de desarrollo, noción que, es sobre todo, política e ideológica. Incluso, las demandas “ciudadanas” no se ejercen desde espacios despolitizados, sino todo lo contrario, también se basan en nociones del tipo de Estado que se espera tener.
Con relación al segundo nivel de análisis, el documento prioriza que el sistema de evaluación se enfoque en el aprendizaje del estudiantado, porque este es la “misión esencial” del sistema educativo (p. 26). Se critica la incapacidad institucional para vincular los datos de los procesos de evaluación a la implementación.
Con relación al presupuesto educativo, el grupo Diálogo critica que en muchos países en la región, el presupuesto para educación recibe una gran parte del presupuesto público disponible y que de este monto, muchos países dedican hasta un 90% al pago de salarios de docentes y administrativos, dejando pocos fondos disponibles para las escuelas, etc. (p. 27). El documento recurre a datos del Fondo Monetario Internacional y señala que el uso ineficiente de fondos obstaculiza una mayor cobertura y acceso a la educación y que la principal forma de uso ineficiente de fondos es el pago de salarios (p. 28).
Otro tema abordado por el documento es la dedicación de fondos a la educación superior. Se establece que esta representa un sector con poca matrícula pero que resulta más costoso que otros niveles educativos. De aumentar la matrícula en la educación superior pública, el gasto podría ser aún mayor. El grupo Diálogo propone pensar en formas “mixtas” de financiamiento de a educación superior (p. 29).
El objetivo del documento es indicar las líneas de actuación de USAID en materia de educación en la región bajo la administración Trump. Para ello, revisa brevemente las formas de cooperación y financiamiento para la educación vigentes en América Latina y concluye que las formas de financiamiento con mejores resultados son aquellas que enfocan los recursos en áreas específicas, aquellas que promueven la colocación de otros fondos (en especial del sector privado) y aquellas que se concentran en brindar apoyos técnicos para la gestión institucional.
El documento concluye que USAID debe enfocar su apoyo en el nivel de secundaria, especialmente en materia de formación para el empleo y preparación de la mano de obra que requiere la región y las empresas de EE.UU. que buscan crecer al sur de la frontera.
No es posible argumentar que USAID impondría esta agenda de reforma, pues ya se ha observado cómo distintos Ministerios de Educación en la región han recibido los mismos lineamientos por parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), del BID y del Banco Mundial.
No obstante, si se puede prever que en los países del norte de América Central (Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua), donde el principal donante en materia educativa es USAID, las reformas y reconfiguraciones del sistema educativo en secundaria, incluyendo formas de gestión y contratación docente y desarrollo curricular, será la agenda prioritaria.
Fuentes
Diálogo Interamericano (2018) The future of education in Latin America and the Caribbean. Possibilities for United States investment and engagement.
Tomado de https://www.thedialogue.org/wp-content/uploads/2018/06/USAID-Layout-6.12.2018-FINAL_PDF.pdf